martes, 26 de julio de 2016

En Turquía nunca habrá democracia sin echar al Sultán Erdogan

Con el Sultán Erdogan y su partido, el AKP, nunca habrá democracia en Turquía, porque pretenden instaurar un "Califato"

Por Martín Romero

El Comité  Ejecutivo  del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) hizo pública una declaración en la que sostiene que el actual partido gobernante  de Turquía, el AKP, “ no puede resolver los problemas del país ni su democratización”.

En el mismo  comunicado se hizo hincapié en “la necesidad de establecer un bloque formado por las fuerzas de la democracia radical que puedan lograr la democratización de Turquía, evitar más golpes y poner fin a la opresión y la injusticia”. (Leer esta declaración completa en el sitio de internet:  http://kurdistanamericalatina.org/2359-2/)

Desde KDS creemos que sólo la organización de los trabajadores y oprimidos de Turquía, junto al Movimiento de Liberación kurdo, podrán derrotar al régimen fascista del AKP y a la camarilla militar golpista y el tejido del “Estado Profundo”. De la misma forma que la unidad entre el movimiento revolucionario sirio y las fuerzas populares  de Rojava y el Norte de Siria pueden consolidar la revolución, para así extenderla y derrotar a las dictaduras y regímenes autoritarios de la región.

No serán las dirigencias burguesas de los partidos tradicionales de Turquía quienes permitirán la autodeterminación del pueblo kurdo ni ayudarán en la implementación del Confederalismo Democrático. Muy por el contrario, son capaces de pararse al lado del estado autoritario, ya sea kemalista o conservador islamista, para derrotar al Movimiento de Liberación del Kurdistán y a las fuerzas democráticas y populares turcas, como ya ha sucedido en el pasado.

Sólo con la derrota de Erdogan y sus ambiciones de construir un sultanato será posible avanzar en esa dirección, mediante convocatorias de carácter amplio a todos los sectores partidarios de la democracia radical, impulsando la movilización en las calles de las ciudades, en las aldeas y en las montañas de Turquía y Bakur.

En ese sentido, es fundamental la unidad para imponer una verdadera reforma de la Constitución, no a través de los acuerdos parlamentarios de cúpulas partidarias -como ha sido hasta ahora- sino mediante una verdadera constituyente democrática, en la cual el conjunto de la población debata y resuelva todos sus aspectos.

En ese marco, propondremos medidas de carácter socialista y un gobierno obrero y popular en el marco de una Federación de Estados o Regiones Autónomas de Medio Oriente junto a la autodeterminación de los pueblos del Kurdistán, para que sean ellos quienes decidan sobre su futuro, y no los estados que los oprimen.

Las compañeras y los compañeros de Kurdistán Desde el Sur nos comprometemos a hacer un llamado internacionalista a colaborar, participar y discutir con todas las organizaciones locales e internacionales  como venimos haciéndolo, redoblando los esfuerzos para romper las cadenas de los pueblos que sufren la represión y el hostigamiento del régimen turco.


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miércoles, 6 de julio de 2016

¿Quiénes son los “falsos aliados” del pueblo kurdo? Una respuesta a Hazwin Azeez

Una de las tantas marchas realizadas a la embajada de Turquía en solidaridad con el pueblo kurdo. La presión internacional es fundamental para aislar a los enemigos de la Revolución de Rojava y moralizar a sus heroicos/as combatientes.
Por Pablo Mestrovic

El sitio “Kurdistán América Latina” ha reproducido recientemente un texto de la intelectual y activista kurda Hazwin Azeez titulado “Imperfecta solidaridad, falsos aliados”, haciendo una crítica de los militantes internacionalistas que apoyan la lucha del pueblo kurdo. Pero, que a su juicio, muestran una falta de compromiso sincero con esa lucha y, sobre todo, una actitud despectiva “eurocéntrica” y “orientalista”.

En primer lugar, es importante señalar el marco teórico desde el cual parte la autora del artículo. El concepto de “orientalismo” fue desarrollado por el investigador palestino Edward Said (1928-2003) en su obra de 1978 que llevaba precisamente ese título. Said es uno de los principales referentes de los “estudios poscoloniales”. 

Esta corriente académica concentra su crítica en los aspectos ideológicos del imperialismo, dejando en segundo plano la base material que determina la necesidad de la expansión imperialista. El término “orientalismo” hace referencia a los “estudios orientales”, una disciplina surgida en el siglo XIX, durante el periodo de expansión imperialista europea en Asia y Africa. Los “estudios orientales” tendían a presentar una imagen esencializada, estática y generalmente negativa de las sociedades no europeas. Esta percepción se reflejó también en las artes, sobre todo en la pintura.

Al propio tiempo, Edward Said polemizaba con el historiador norteamericano Bernard Lewis (1916), que presentaba ya desde los años ‘50 a la cultura islámica en un estado de enfrentamiento permanente con la cultura occidental, preanunciando el concepto de Samuel Huntington de “choque de civilizaciones” y al mismo tiempo se ha dedicado a negar sistemáticamente el genocidio armenio a manos del Estado turco. La reaccionaria tarea académica de Lewis fue premiada con el puesto de asesor del gobierno de George W. Bush y diversas distinciones del gobierno de Turquía.

Sin embargo, los “estudios poscoloniales” tienen una gran debilidad en términos del análisis de la acción del imperialismo en Medio Oriente. A pesar de la propaganda imperialista sobre  “la defensa de la democracia y los derechos humanos”, y en particular los de las mujeres y minorías sexuales, la política imperialista en Medio Oriente desde la Primera Guerra Mundial se ha basado en una alianza con los jefes tribales árabes (lo que se suele denominar, aunque el término es impreciso, los “jeques”), el sector más reaccionario y oscurantista de esa sociedad. 

Con la excepción de Palestina (donde se dio un proceso de colonización “clásico” pero cuya fundamentación ideológica fue el “retorno” del pueblo judío a su tierra ancestral y sólo en épocas más recientes ha adquirido el componente explícitamente racista de la supuesta incapacidad innata del pueblo palestino para autogobernarse), la política imperialista en Medio Oriente ha procurado utilizar formas de “gobierno indirecto” en alianza con las élites locales y los periodos de dominación política occidental directa han sido relativamente breves (el caso de Argelia es diferente y su análisis excedería la temática de este texto).

Esta política, que excluye la imposición de valores y formas de organización social “occidentales” y se sigue aplicando hasta hoy con las monarquías petroleras de Arabia Saudita, Qatar y otras, fue extendida posteriormente a los regímenes nacionalistas árabes desgastados, como los de Egipto y Libia. En algún momento del futuro, incluso se podría extender al régimen de los ayatolás de Irán.

La solidaridad con el pueblo kurdo, tanto a nivel de la agitación por la liberación de Abdullah Ocalan, el levantamiento de la calificación de “organización terrorista” al PKK, la difusión a nivel internacional de la situación del pueblo kurdo, como de la participación en la lucha armada en Rojava ya sea en roles de combate o auxiliares, ha movilizado a sectores políticos muy amplios.

En Europa occidental, corrientes de izquierda socialdemocratizadas, como Izquierda Unida en el Estado Español o Die Linke en Alemania, que no se oponen consecuentemente al imperialismo ni apoyan los movimientos de liberación nacional en sus propios países, tienen un rol protagónico en la lucha por la liberación del dirigente Apo y contra los acuerdos criminales de la UE con Turquía, que le dan “luz verde” para seguir masacrando al pueblo kurdo.

En esos mismos países, partidos estalinistas que adhieren a un “marxismo-leninisno” esclerosado, han enviado combatientes a participar en la lucha armada en Rojava. También apoyan al movimiento de liberación nacional kurdo diversas corrientes anarquistas, que en muchos casos tienen un conocimiento muy limitado del proceso de Rojava y extrapolan sus propios marcos de referencia teóricos al mismo.

Pero como si eso no fuera suficiente, y para provocar seguramente la mayor indignación de Hazwin Azeez, incluso ex soldados norteamericanos, veteranos de las guerras de Afganistán e Irak, están combatiendo y muriendo junto a las YPG/YPJ en Rojava. Es que se tomaron “demasiado en serio” la ideología imperialista de “defensa de la democracia y los derechos humanos” en la que fueron adoctrinados para ir a masacrar pueblos.

¿Quién sabe si el contacto con la revolución de Rojava, que muestra que la lucha revolucionaria de los trabajadores y los pueblos y no el imperialismo, es la única fuerza capaz de derrotar al islamismo reaccionario, no les generará una crisis ideológica?

Para hablar de “falsos aliados”, habría que mencionar también a los imperialismos francés, yanqui y ruso, con los que el gobierno de los cantones de Rojava ha establecido una alianza táctica. O del régimen de Bashar Al Assad, y las corrientes de izquierda chavistas y estalinistas (que a él sí, lo apoyan incondicionalmente), que simplemente consideran a las YPG/YPJ como un aliado circunstancial en la guerra civil que azota a Siria desde 2011.

Estas corrientes pueden elogiar abundantemente a Abdullah Ocalan y el Confederalismo Democrático, pero simplemente están esperando al aniquilamiento del Daesh y otras bandas islamistas para que Siria vuelva a la “normalidad”, la de la “República Árabe”, la política de limpieza étnica contra los kurdos y la legislación civil y penal basada en la sharia islámica que niega a las mujeres sus derechos más elementales.

Los que apoyamos la revolución que se está desarrollando en Kurdistán, criticamos fraternalmente, incluso si la crítica puede sonar muy dura, a los compañeros que la están llevando a cabo, porque queremos que triunfe. Pero no podemos aceptar que nos nieguen el derecho a reflexionar sobre ese proceso con el argumento de que “no somos kurdos” y no conocemos el sufrimiento el pueblo kurdo. Marx y Engels, los fundadores del socialismo, eran los dos burgueses ¿A quién se le ocurriría cuestionar su legitimidad como referentes para la lucha por la liberación de la clase obrera?

Para terminar este texto, recordamos la escena de la película “Tierra y libertad”, del director británico Kenneth Loach, que transcurre en el marco de la discusión sobre la la colectivización de la tierra en una aldea recién liberada de las fuerzas franquistas en la región de Aragón.

Al serles solicitada su opinión a los combatientes internacionalistas presentes en la zona, el protagonista de la película, un obrero británico y militante comunista, contestó humildemente “Es su aldea, es su decisión”, el militante anarquista español que presidía la asamblea le respondió: “Compañeros, LA ASAMBLEA ESTA ABIERTA, VOSOTROS SOIS PARTE DE LA ASAMBLEA”. Nosotros también nos sentimos parte de la revolución kurda, aunque haya quien nos considere “falsos aliados”.