Por Juan Giglio
Mientras lo más granado de las milicias kurdas combate en el frente de Raqqa, lideradas en los hechos por los Estados Unidos, aviones
turcos bombardearon Rojava y Sengal, un ataque que no podría haberse llevado
adelante sin el acuerdo con las potencias, tal como lo expresó uno de los
máximos referentes kurdos de la región, Salih Muslim.
En ese contexto, el portavoz de las YPG, Redur Xalil, que
visitó el lugar de los ataques acompañado de un oficial estadounidense, afirmó
que “las YPG no permanecerán en silencio frente a este ataque y por lo tanto,
se reservan el derecho a defenderse y vengar a sus mártires”. También
dijo que la Coalición “tiene una enorme responsabilidad y debe asumir su
deber de proteger esta zona ya que somos compañeros en la lucha contra el
Estado Islámico”.
Mark Toner, portavoz el Departamento de Estado, expresó que
el gobierno de Donald Trump estaba “preocupado” por los bombardeos, aunque “entendía”
que para Turquía el PKK era “una amenaza”, pero que esa “lucha” contra la
guerrilla, que tiene sus bases en Qandil, no podía “ser en detrimento de
nuestro combate común a los terroristas que nos amenazan a todos”.
El reclamo de "protección" de parte de los dirigentes kurdos hacia EE.UU.,
tratándolos como“compañeros”, es más o menos como pedirle al zorro que cuide a
las gallinas. Los yanquis no están en la región para liberar a los pueblos,
mucho menos al Kurdistán, sino para reafirmar su dominio territorial y
económico al servicio de los monopolios más poderosos del mundo.
En ese sentido, no son los kurdos sus aliados principales,
sino Turquía, que siendo la segunda potencia de la OTAN continúa siendo un actor fundamental
para los intereses estadounidenses, más allá de las contradicciones que
existieron y continúan existiendo entre ambas partes. Por eso, en los hechos,
turcos y yanquis trabajan en “equipo” contra los kurdos y demás pueblos en
lucha.
Estados Unidos alejó del norte de Siria al grueso de las milicias en una guerra
“final” contra Estado Islámico - que en los hechos está acabado - para abrirles
objetivamente las puertas de Rojava a los turcos, que comenzaron a implementar sus planes de invasión luego del triunfo fraudulento del SI, que no casualmente
fue saludado por Donald Trump, como una “victoria de la democracia”.
El pueblo kurdo debería concentrar su poderío - que no es poco - en las
tareas de la defensa de Rojava y Sengal, llamando a la solidaridad internacional a los
únicos sectores dispuestos a apoyarlo consecuentemente: los trabajadores y los
pueblos oprimidos de todo el planeta, que tienen a los yanquis - liderados por el fascista Trump - como su principal
enemigo.
¡Basta de acuerdos con los masacradores del pueblo sirio y kurdo –
Trump, Bashar al Assad, Putin, Rohuani y demás asesinos – por la construcción de una
alianza estratégica con los revolucionarios y las revolucionarias de todo el
mundo para defender los cantones de Rojava, que a pesar de los vaivenes, vacilaciones y capitulaciones de sus dirigentes, constituyen una gran conquista para
el conjunto de la humanidad oprimida y explotada.
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