Por
Carlos Amarilla
Los revolucionarios queremos que triunfen
las revoluciones, razón por la cual en Medio Oriente impulsamos el desarrollo
de la única solución de raíz para los males de esa región: una Federación de
Comunidades Autónomas Socialistas. Los capitalistas ven allí nada más que
recursos para saquear y enriquecerse. Por eso no tiene escrúpulos en invadir, destruir
ciudades, borrar tradiciones, fomentar golpes y genocidios. ¡Lo que debería ser
una “bendición” para los pueblos, solo atrae guerras, muertes y penurias!
En ese contexto, la situación de “Paz”
-relativa- que resulta algo “natural” para millones de personas que viven en otras
partes del mundo, en el Kurdistán -Turquía, Siria, Iraq e Irán- es un objetivo tan
lejano, que generaciones enteras de kurdos y de kurdas nunca han llegado a
conocer.
Tan importante es la palabra “Paz” para
este pueblo, que sus enemigos la utilizan para engañarlo, contenerlo y desmovilizarlo.
¡Las conversaciones de Ginebra, encabezadas por el Papa, Obama y Putin, les proponen
un acuerdo de “Paz”, que no es otra cosa que una rendición “pacífica” a los
continuadores del saqueo y la represión!
El Pacto 5 más 1, que promueve estas conversaciones,
es un intento de aprovechamiento del sentimiento “pacifista” de millones de
trabajadores y pobladores oprimidos de Medio Oriente, para llevarlos al
callejón sin salida de las falsas “soluciones”, concediendo un poco para no dar
nada.
Por otra parte, los revolucionarios tenemos
que levantar la bandera de la “Paz”, diciendo las cosas como realmente son: ¡No
habrá manera de conquistarla sin profundizar y extender la Revolución de
Rojava, que no es otra cosa que construir una Federación Socialista de Regiones
Autónomas, gobernadas mediante el sistema de las Asambleas Populares!
No habrá manera de avanzar en ese sentido
sin derrotar, primero, a los enemigos eternos de la Paz y la Democracia, o sea
los imperialistas yanquis, rusos, franceses, italianos, alemanes, etc. y sus
lacayos regionales, como Erdogan, Bashar, Rohuani, Barzani y compañía.
La Paz de las conversaciones de Ginebra significa
la pérdida de la autonomía de Rojava y la vuelva a depender del carnicero Al
Assad o de alguno de sus continuadores “más potable”. También significaría la entrega
de las armas para que el ejército baazista vuelva a tener el monopolio de la
fuerza, recuperando el poder que perdió con la Revolución.
¿De qué valdría hablar en kurdo y tener
algunas “conquistas” si vuelven a gobernar quienes masacraron y torturaron a
miles para imponer el dominio de las multinacionales que se llevan las riquezas?
Esto significaría desarmar las YPJ para que las mujeres vuelvan a vivir tanto o
más oprimidas que antes. ¡Sería como que el lobo cuide a las ovejas!
La dirección del PYD reclama estar en las
negociaciones de Ginebra, jurando que está a favor de la “unidad” de Siria y de
una salida “negociada”, lo cual implica acordar con el régimen algún tipo de
gobernabilidad. Esta perspectiva es una utopía, ya que Al Assad, sus
continuadores y los países que los apoyan, no aceptarán ningún grado de
autonomía kurda.
Bashar Al Assad, los rusos y las potencias
del “5 más 1” están de acuerdo que en el régimen masacre a los luchadores
kurdos, como hizo su padre, que traicionó a los viejos “camaradas” de la OLP
palestina cuando estos dejaron de servirles a su intereses mezquinos.
Los jefes políticos de Siria, al igual que
los que gobiernan en Turquía, Irán e Iraq -incluyendo a Barzani- ya han
demostrado que no tienen ningún problema ni escrúpulos en aplastar el sueño de
libertad, paz y democracia del pueblo kurdo.
Los
revolucionarios, la Guerra, la Paz y la
Autodeterminación
La única posibilidad de que triunfen las
aspiraciones del pueblo kurdo es extendiendo y profundizando su Revolución,
para lo cual no alcanza con su heroica lucha, sino que hace falta organizar una
poderosísima campaña de solidaridad internacionalista, que abarque a amplios
sectores del movimiento de masas.
En la Argentina, esa campaña tendría que
ser encabezada por el trotskismo, que tiene una gran tradición y peso político.
Para que eso suceda, los dirigentes de los principales partidos que reivindican
el legado de Trotsky, deberían releer el Programa de Transición, que responde a
situaciones como las actuales: “Pero todos los países del mundo no son
países imperialistas… la mayoría son víctimas del imperialismo. Algunos países
coloniales o semi-coloniales intentarán, sin duda, utilizar la guerra para sacudir
el yugo de la esclavitud. De su parte la guerra no será imperialista sino
emancipadora. El deber del proletariado internacional será el de ayudar a los
países oprimidos en guerra contra los opresores”
Para los trotskistas que alegan la
inexistencia del “sujeto social proletario”, Trotsky explicó que lo importante
de la lucha revolucionaria es su dinámica y el contexto en el que se
desarrolla. ¡Todo lo que está sucediendo en el norte de Siria y países vecinos
forma parte de un gran ascenso obrero y popular que recorre el mundo, golpeando
incluso a los países imperialistas más poderosos, como Estados Unidos, Alemania
y Francia!
Por esa misma razón, el futuro de la
Revolución de Rojava no dependerá, centralmente, de lo haga o deje de hacer su
heroico pueblo, sino de cómo y cuándo avance la lucha de los trabajadores de
los demás países, comenzando por Turquía e Irán, que son dos potencias
regionales habitadas por millones de proletarios, muchos de los cuales son
kurdos.
Los trotskistas consecuentes tienen que
actuar de manera solidaria hacia Rojava y el resto de Kurdistán, impulsando la
movilización de los trabajadores y los pueblos de los países donde la clase
obrera puede jugar el papel central como “sujeto” activo de la Revolución,
proponiéndoles el apoyo a quienes luchan por la libertad de su “patria”.
Trotsky diría sobre el particular, que: “Cuando
el pequeño campesino o el obrero hablan de la defensa de la patria, se
representan la defensa de su casa, de su familia y de las otras familias contra
la invasión del enemigo, contra las bombas y contra los gases.”
El viejo revolucionario contrapuso esta
“patria” de la otra: “El capitalismo y sus periodista entienden por defensa de
la patria la conquista de colonias y de mercados y la extensión, por el
pillaje, de la parte “nacional” en los beneficios mundiales. El patriotismo y
el pacifismo burgués son completas mentiras.”
Los trotskistas deben partir de partir de
estas aspiraciones “elementales”, tendiendo un “puente” entre ellas y las
consignas estratégicas -como la Federación Socialista- asumiendo que las ansias
del pueblo kurdo de autogobernarse, quitándose las cadenas de la opresión e
imponiendo la “Paz” tienen un carácter verdaderamente revolucionario.
Si bien es cierto que el planteo de llevar
adelante el Confederalismo Democrático no significa ninguna “superación teórica”
del marxismo y otras ideologías revolucionarias, también es cierto de que
expresa de manera concreta y visible las ansias democráticas de un pueblo, que
para imponerlas está dispuesto a realizar una Revolución.
La Paz de los oprimidos tiene, en
determinadas circunstancias -como las actuales- un carácter subversivo y libertario
que es necesario alentar. Un carácter que nada tiene que ver con la Paz de los opresores.
Así lo entendieron Lenin y Trotsky en 1917, ya que para llevar adelante la
“Revolución de los Soviets” apelaron, entre otras, a esta gran consigna.
Trotsky decía, en relación a esta:“En el
pacifismo, lo mismo que en el patriotismo de los oprimidos, hay elementos que
reflejan, de una parte el odio contra la guerra destructora y de otra parte su
apego a lo que ellos creen que es su interés. Es necesario utilizar estos
elementos para extraer las conclusiones revolucionarias necesarias. Es
necesario saber oponer honestamente estas dos formas de pacifismo y de
patriotismo."
La situación se acelera al igual que las
contradicciones. Es sólo cuestión de tiempo para que el pueblo kurdo se termine
enfrentando con el carnicero Bashar Al Assad, como ya empezó a suceder en
Hasaka y Qamishlo. Esta dinámica alejará a los “falsos aliados” del Kurdistán,
como Putin, Obama y los comunistas reconvertidos.
La posibilidad de que triunfe y se extienda
la Revolución estará en manos de los internacionalistas, que deberían
transformar a la Argentina en un bastión de apoyo y organización de brigadas
solidarias, de manera de concretizar la defensa de un pueblo oprimido que pelea
por su libertad, su paz y su democracia.
Para los trotskistas, que en este país
abundan, ubicarse a la altura de estas circunstancias constituiría el mejor
homenaje a Trotsky a 75 años de su asesinato a manos del stalinismo.
Recordemos, sino a Lenin, que solía decir lo siguiente: “SI NO ERES PARTE DE LA
SOLUCIÓN ERES PARTE DEL PROBLEMA, ¡ACTÚA!”