Por Juan Giglio
Los deseos de Erdogan de convertirse en el Sultán de la reconstrucción del Imperio Otomano continúan aislándolo de sus viejos aliados, como Ángela Merkel, que acaba de desairarlo mediante la reivindicación de la votación del parlamento alemán, que resolvió repudiar el genocidio armenio perpetrado por el ejército imperialista turco.
Los deseos de Erdogan de convertirse en el Sultán de la reconstrucción del Imperio Otomano continúan aislándolo de sus viejos aliados, como Ángela Merkel, que acaba de desairarlo mediante la reivindicación de la votación del parlamento alemán, que resolvió repudiar el genocidio armenio perpetrado por el ejército imperialista turco.
En ese contexto, el bloque “sunita” constituido por Turquía,
Arabia, Qatar, Israel y una fracción del Partido Republicano yanqui continúa perdiendo
la guerra, ya que las bandas de mercenarios que sostienen -principalmente ISIS-
tuvieron que abandonar Faluya en Iraq y están a punto de perder Manbij y Raqqa
en Siria.
El frente “chiita” liderado por Obama, Putin, Irán, Bashar y
el Papa -promotores del acuerdo 5 más 1 y las conversaciones de Ginebra- está triunfando
gracias a los bombardeos, Hezbollah y la fuerza arrolladora de sus aliadas
circunstanciales, las milicias kurdas, que pelean para instaurar el “Confederalismo
Democrático”.
La principal derrota de ISIS es el cierre del acceso hacia
Turquía a raíz del sitio de Manbij, lo cual constituye un durísimo golpe a la
segunda potencia de la OTAN, desde cuyas fronteras se abastecía a las tropas
del Estado Islámico, que además traficaba el petróleo proveniente de las
regiones que conquistaron.
La crisis de los viejos gendarmes imperiales -Israel,
Turquía y Arabia- cuyo espacio aún no ha sido ocupado por quien aspira a reemplazarlos
-Irán- da lugar a una situación extremadamente propicia para que continúe el
avance de las fuerzas kurdas, que, en los hechos, se están aprovechando de
estas circunstancias.
Más allá de las intenciones conciliadoras de sus conducciones
kurdas, la decisión de cerrar los cantones e impulsar un régimen federal para
el conjunto de Siria, atenta contra las políticas del imperialismo y las
burguesías locales, que no pueden darse el lujo de conceder ningún tipo de
democratización ni “autonomía”.
Es que para consumar el saqueo indiscriminado de los
recursos petroleros y gasíferos, tanto Obama como sus lacayos regionales,
necesitan contar con un estado fuerte que unifique Siria al servicio la
regimentación y la explotación salvaje de los trabajadores y el pueblo que
habitan a lo largo y a lo ancho de su territorio.
La crisis mundial abierta a partir de la debacle del Lehman
Brothers, que generó una situación global recesiva y una tremenda respuesta del
movimiento de masas en la mayor parte del mundo, les resta márgenes para
aplicar políticas que no sean durísimos planes de ajuste y represión, como los
que se proponen para el resto del mundo.
Por eso el plan de Obama, Putin, el Papa, Irán y sus socios
del “cinco más uno”, no es garantizar la autonomía kurda, sino utilizar las aspiraciones
democratistas de su pueblo para derrotar a los enemigos en común, para después emprender
una contraofensiva que aplaque sus ímpetus democratizadores, regimentándolos de
manera brutal.
Las herramientas que tendrán para eso son las fuerzas
armadas del régimen baathista -con o sin Bashar Al Assad-, las milicias
reaccionarias de Hezbollah y la “quinta columna” enquistada dentro del PYD,
YPG, YPJ: los/as dirigentes que no quieren llevar la Revolución de Rojavá hasta
las últimas consecuencias, sino pactar con el imperialismo.
Los/as revolucionarios/as debemos ubicarnos en la trinchera
militar del pueblo kurdo sin dejar de criticar las políticas de quienes no
están dispuestos/as a cumplir con la tarea más importante de una revolución
social: la expropiación de los capitalistas para que sus bienes y propiedades
pasen a formar parte del patrimonio obrero y popular.
Es que sin eso no habrá manera de contar con los recursos
que permitan cumplir con la aspiración democrática más importante, que es la de
lograr un aumento significativo en la calidad de vida y el nivel de los
ingresos de la mayoría, que pertenece a la clase trabajadora y al pueblo más
empobrecido.
El régimen de democracia directa tiene que servir para
organizar una economía de carácter Socialista, asumiendo que no existe ninguna
posibilidad de construir un sistema democrático consecuente sin acabar con la
dictadura de la burguesía, o sea el sistema capitalista e imperialista que
domina y destruye al planeta en el que vivimos.
Para eso hay que derrotar a los enemigos de la democracia -Obama,
ISIS, Erdogan, Bashar, Rohuani, Barzani, etc.- apoyándose en la solidaridad de
los únicos sectores sociales y políticos interesados en avanzar en ese sentido:
los trabajadores y el pueblo de Medio Oriente y las organizaciones
revolucionarias socialistas.
Una alianza estratégica con los capitostes de Estados
Unidos, Francia, Italia o Irán conducirá a las masas kurdas y demás etnias
oprimidas a un callejón sin salida, una situación que lejos de acercarlas al
triunfo las terminará derrotando.
¡Viva la Revolución de Rojava! ¡Vamos por Manbij, el cierre
de los cantones y por Raqqa! ¡Vamos por la democratización de todo Siria, construyendo
el único sistema alternativo a la “Modernidad Capitalista”, que es el Socialismo
apoyado en el régimen de las asambleas y las milicias populares!
No hay comentarios:
Publicar un comentario