Por Juan Carlos Beica
La política de Obama para Siria no es otra que la de centrar
sus ataques en la figura del Estado Islámico, ubicándolo como el “enemigo diabólico”
a vencer. Mientras tanto, aprovecha para sostener al régimen sirio y negociar
la sucesión de Bashar Al Assad por algún personaje un poco más potable que el
dictador.
De esa manera se juega a imponer un gobierno más fuerte y “legítimo”
que el actual, con un nuevo presidente que, manteniendo la unidad de Siria, les
garantice a los monopolios las condiciones elementales para la realización de sus
negocios.
El jefe máximo de los Estados Unidos pretende conseguir lo
que ya logró en Irán, donde los ayatollas abrieron las puertas del país a la
voracidad de las grandes empresas internacionales, que desembarcaron masivamente
para saquear sus riquezas.
Para eso Obama concretó el pacto “Cinco más Uno” con Putin, el
Papa y los líderes iraníes, un acuerdo con el propósito de “estabilizar” Siria
e Iraq utilizando a las milicias pro iraníes de Hezbollah como fuerzas de
choque de Bashar y del gobierno iraquí.
La presencia de efectivos yanquis en la batalla por Raqqa no
debería ser contradictoria con las intenciones de Obama, que al concentrar su
poderío bélico sobre la Capital del Califato aleja la posibilidad de derrotar rápidamente
al Estado Islámico, que necesita para seguir fortaleciendo al régimen sirio.
Si los yanquis hubieran querido terminar con esta banda
habrían ayudado a los kurdos a cumplir con el propósito de unificar los
cantones de Rojava, estrangulando a ISIS mediante el cierre de la única puerta que
tiene para entrar a Turquía, cuyo gobierno los aprovisiona y les compra petróleo
contrabandeado.
La concentración de guerrilleros kurdos en Raqqa debilita,
objetivamente, su presencia en el área que va entre Afrin y Kobane, que es la
zona que se debería ocupar para unir los cantones, un objetivo que se podría alcanzar
mediante la combinación entre bombardeos de saturación y un gran despliegue de
tropas.
Propinarle derrotas a ISIS en Raqqa y el resto del
territorio no está mal, pero la unificación de los cantones mataría “dos
pájaros de un tiro”, pegándole un golpe durísimo a dos enemigos de la
revolución, ISIS y Erdogan, lo cual constituiría un importante apoyo para el
pueblo kurdo que lucha contra el ejército turco.
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