Desde que el Capitalismo dejó de crecer, comenzaron a
gestarse las posibilidades de reemplazarlo por otro más humano -el Socialismo-
una tendencia que dio su primer gran paso con los obreros franceses, cuando
estos conquistaron el poder en 1871 mediante la Comuna de París.
El “Consejo de la Comuna” era una asamblea popular de
carácter democrático, en la cual participaban representantes elegidos por el
pueblo: anarquistas, blanquistas, socialistas, e incluso algunos burgueses, que
luego se retirarían.
La burguesía, consciente del peligro que esta significaba,
la terminó aplastando en una batalla muy desigual. Luego de la derrota de la
Comuna, 30.000 fueron fusilados y 40.000 enviados a las colonias, situación que
envalentonó al general burgués Thiers, que declaró que “El socialismo había
sido eliminado para siempre”.
Sin embargo, los obreros no tardaron en construir organismos
parecidos a la Asamblea de Obreros, Soldados y Vecinos de la Comuna. Eso sucedió
en la revolución rusa de 1905, cuando el proletariado ruso empezó a organizarse
en sus soviets, que comenzando como coordinadoras para la lucha reivindicativa,
se terminaron transformando en organismos de debate y acción política y pilares
del futuro gobierno bolchevique de 1917.
Por esa razón, antes de conquistar el gobierno estos soviets
“Obraban como si fueran ya el poder -decía Vladimir Ilich Ulianov, Lenin-
apoderándose por ejemplo, de las imprentas, o deteniendo a los agentes de la
policía que impedían que el pueblo revolucionario realizara sus derechos.”
“Los órganos de Poder
descritos por nosotros -continuaba explicando el conductor de la Revolución
Bolchevique- eran ese Poder que no
reconocía ningún otro poder, ninguna otra ley, ninguna otra norma, procediera
de donde procediera.”
Luego del triunfo de 1917 la contrarrevolución se propuso,
como Thiers en Francia algunos años atrás, la tarea de borrar del mapa
cualquier prueba de que las masas podían ser capaces de autodeterminarse, o sea
de ejercer su propio poder de la manera más democrática. Para eso, los
capitalistas se apoyaron en los sectores más recalcitrantes de la burocracia soviética,
que conducía Stalin.
Luego de la muerte de Lenin -en 1924- y del apartamiento de
quien había estado al frente del victorioso Ejército Rojo -León Bronstein, Trotsky, en 1925- se eliminó brutalmente la
participación y el control de las masas, una victoria que les permitió a los
stalinistas copar los sindicatos y las organizaciones obreras de prácticamente
todo el mundo, apoyándose en el prestigio que provenía de conducir el “Primer
Estado Obrero” de la historia.
En ese contexto, los imperialistas contaron -durante más de
60 años- con un socio eficaz, que en los peores momentos para el capitalismo, abortó
decenas de revoluciones y estranguló otras desde adentro, impulsando la
restauración capitalista, como finalmente sucedió en la ex URSS, China y Cuba.
Durante todo ese tiempo las masas carecieron de una conducción
revolucionaria consecuente y, lo que es aún más importante, de la posibilidad
de poner en pie organismos de democracia obrera y de poder. A partir de ese momento comenzó un largo proceso de lucha,
dentro de los estados conducidos por el stalinismo y las organizaciones obreras
de todo el planeta, contra la burocracia, que algunos, como Trotsky, denominaron
“Revolución Política”.
Ese largo proceso de combates por la recuperación de la
democracia proletaria tuvo hitos heroicos en los países dominados por el
stalinismo, la rebelión alemana de los 50, la “Revolución de los Consejos” de
Hungría del 56, la “Primavera de Praga” del 68, las movilizaciones de la década
del 90 contra la dictadura rumana o las grandes huelgas mineras en la ex URSS
de ese mismo período.
¡Viva la Democracia Directa!
La caída en desgracia del stalinismo, la restauración
capitalista de los ex estados proletarios, la crisis capitalista mundial y la
gran debilidad que tiene, hoy por hoy, el imperialismo, sumadas a la
inexistencia de un socio burocrático con poder suficiente para contener o
desviar revoluciones, dio lugar al resurgimiento -luego de años de retroceso-
de los organismos democráticos más radicalizados.
Desde hace unos años, principalmente a partir de la
explosión de la gran crisis mundial -con la caída del Lehman Brothers- reaparecieron
asambleas multitudinarias de base y fenómenos como la Comuna, los soviets rusos
o los consejos húngaros.
Estos, que son apenas la “punta de un iceberg que crece y se
extiende”, son los consejos y milicias que se hicieron cargo de varias
localidades mexicanas y, principalmente, los que controlan el norte de Siria -Rojava-
que eligen, controlan y revocan a sus funcionarios y comandantes o dictaminan
justicia popular y de género.
Las diferencias que los socialistas revolucionarios podemos
tener con la conducción política del pueblo kurdo, que no se plantea una
Revolución Obrera y Socialista, no deben hacernos caer en posturas sectarias,
como las organizaciones de izquierda que se niegan a movilizarse por el triunfo
de las milicias, porque no asumen la existencia de este riquísimo proceso, dentro
del cual hay que zambullirse para dar pelea por las posiciones más
consecuentes.
Una victoria de los/as guerrilleros/as del Kurdistán que
fortalezca y ayude a extender sus cantones y régimen “Confederalista
Democrático” constituiría una derrota de los altos mandos imperialistas y
burgueses de Medio Oriente, que -a pesar de sus contradicciones- están
conspirando unificadamente para aplastar la resistencia de las masas, a cuya
vanguardia están los kurdos y las kurdas.
Una victoria de las masas kurdas significaría la
consolidación de estos primeros -todavía débiles e inconsecuentes- experimentos
de “democracia directa” que están teniendo lugar en los cantones de Efrin,
Kobane, Cizre y Sinjar, donde el pueblo discute y resuelve a través de sus
asambleas y defiende lo resuelto mediante las milicias y jurados populares.
Ni qué hablar lo que ocurriría con las mujeres, que combaten
al ISIS con sus propias milicias y se plantean gobernar en pie de igualdad con
los hombres: ¡Ayudaría a sacudir las cadenas de la opresión de género en una
región donde millones son obligadas a usar el velo o son vendidas como esclavas,
lo cual impulsaría la liberación de otros sectores oprimidos, como la mayoría
de las etnias regionales!
¡Esto sería -a pesar y en contra de quienes pretenden
limitar la Revolución de Rojava a un simple cambio democrático dentro del
sistema capitalista- un paso concreto hacia el Socialismo, ya que la democracia
directa, las milicias y la liberación de las mujeres son premisas elementales de
su desarrollo y construcción!
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