domingo, 21 de agosto de 2016

Paz, autodeterminación y las tareas de los revolucionarios en Medio Oriente


Por Carlos Amarilla

Los revolucionarios queremos que triunfen las revoluciones, razón por la cual en Medio Oriente impulsamos el desarrollo de la única solución de raíz para los males de esa región: una Federación de Comunidades Autónomas Socialistas. Los capitalistas ven allí nada más que recursos para saquear y enriquecerse. Por eso no tiene escrúpulos en invadir, destruir ciudades, borrar tradiciones, fomentar golpes y genocidios. ¡Lo que debería ser una “bendición” para los pueblos, solo atrae guerras, muertes y penurias! 

En ese contexto, la situación de “Paz” -relativa- que resulta algo “natural” para millones de personas que viven en otras partes del mundo, en el Kurdistán -Turquía, Siria, Iraq e Irán- es un objetivo tan lejano, que generaciones enteras de kurdos y de kurdas nunca han llegado a conocer.

Tan importante es la palabra “Paz” para este pueblo, que sus enemigos la utilizan para engañarlo, contenerlo y desmovilizarlo. ¡Las conversaciones de Ginebra, encabezadas por el Papa, Obama y Putin, les proponen un acuerdo de “Paz”, que no es otra cosa que una rendición “pacífica” a los continuadores del saqueo y la represión!

El Pacto 5 más 1, que promueve estas conversaciones, es un intento de aprovechamiento del sentimiento “pacifista” de millones de trabajadores y pobladores oprimidos de Medio Oriente, para llevarlos al callejón sin salida de las falsas “soluciones”, concediendo un poco para no dar nada.

Por otra parte, los revolucionarios tenemos que levantar la bandera de la “Paz”, diciendo las cosas como realmente son: ¡No habrá manera de conquistarla sin profundizar y extender la Revolución de Rojava, que no es otra cosa que construir una Federación Socialista de Regiones Autónomas, gobernadas mediante el sistema de las Asambleas Populares!

No habrá manera de avanzar en ese sentido sin derrotar, primero, a los enemigos eternos de la Paz y la Democracia, o sea los imperialistas yanquis, rusos, franceses, italianos, alemanes, etc. y sus lacayos regionales, como Erdogan, Bashar, Rohuani, Barzani y compañía.

La Paz de las conversaciones de Ginebra significa la pérdida de la autonomía de Rojava y la vuelva a depender del carnicero Al Assad o de alguno de sus continuadores “más potable”. También significaría la entrega de las armas para que el ejército baazista vuelva a tener el monopolio de la fuerza, recuperando el poder que perdió con la Revolución.

¿De qué valdría hablar en kurdo y tener algunas “conquistas” si vuelven a gobernar quienes masacraron y torturaron a miles para imponer el dominio de las multinacionales que se llevan las riquezas? Esto significaría desarmar las YPJ para que las mujeres vuelvan a vivir tanto o más oprimidas que antes. ¡Sería como que el lobo cuide a las ovejas!

La dirección del PYD reclama estar en las negociaciones de Ginebra, jurando que está a favor de la “unidad” de Siria y de una salida “negociada”, lo cual implica acordar con el régimen algún tipo de gobernabilidad. Esta perspectiva es una utopía, ya que Al Assad, sus continuadores y los países que los apoyan, no aceptarán ningún grado de autonomía kurda.

Bashar Al Assad, los rusos y las potencias del “5 más 1” están de acuerdo que en el régimen masacre a los luchadores kurdos, como hizo su padre, que traicionó a los viejos “camaradas” de la OLP palestina cuando estos dejaron de servirles a su intereses mezquinos.

Los jefes políticos de Siria, al igual que los que gobiernan en Turquía, Irán e Iraq -incluyendo a Barzani- ya han demostrado que no tienen ningún problema ni escrúpulos en aplastar el sueño de libertad, paz y democracia del pueblo kurdo.

Los revolucionarios, la Guerra, la Paz  y la Autodeterminación

La única posibilidad de que triunfen las aspiraciones del pueblo kurdo es extendiendo y profundizando su Revolución, para lo cual no alcanza con su heroica lucha, sino que hace falta organizar una poderosísima campaña de solidaridad internacionalista, que abarque a amplios sectores del movimiento de masas.

En la Argentina, esa campaña tendría que ser encabezada por el trotskismo, que tiene una gran tradición y peso político. Para que eso suceda, los dirigentes de los principales partidos que reivindican el legado de Trotsky, deberían releer el Programa de Transición, que responde a situaciones como las actuales: “Pero todos los países del mundo no son países imperialistas… la mayoría son víctimas del imperialismo. Algunos países coloniales o semi-coloniales intentarán, sin duda, utilizar la guerra para sacudir el yugo de la esclavitud. De su parte la guerra no será imperialista sino emancipadora. El deber del proletariado internacional será el de ayudar a los países oprimidos en guerra contra los opresores”

Para los trotskistas que alegan la inexistencia del “sujeto social proletario”, Trotsky explicó que lo importante de la lucha revolucionaria es su dinámica y el contexto en el que se desarrolla. ¡Todo lo que está sucediendo en el norte de Siria y países vecinos forma parte de un gran ascenso obrero y popular que recorre el mundo, golpeando incluso a los países imperialistas más poderosos, como Estados Unidos, Alemania y Francia!

Por esa misma razón, el futuro de la Revolución de Rojava no dependerá, centralmente, de lo haga o deje de hacer su heroico pueblo, sino de cómo y cuándo avance la lucha de los trabajadores de los demás países, comenzando por Turquía e Irán, que son dos potencias regionales habitadas por millones de proletarios, muchos de los cuales son kurdos.

Los trotskistas consecuentes tienen que actuar de manera solidaria hacia Rojava y el resto de Kurdistán, impulsando la movilización de los trabajadores y los pueblos de los países donde la clase obrera puede jugar el papel central como “sujeto” activo de la Revolución, proponiéndoles el apoyo a quienes luchan por la libertad de su “patria”.

Trotsky diría sobre el particular, que: “Cuando el pequeño campesino o el obrero hablan de la defensa de la patria, se representan la defensa de su casa, de su familia y de las otras familias contra la invasión del enemigo, contra las bombas y contra los gases.”

El viejo revolucionario contrapuso esta “patria” de la otra: “El capitalismo y sus periodista entienden por defensa de la patria la conquista de colonias y de mercados y la extensión, por el pillaje, de la parte “nacional” en los beneficios mundiales. El patriotismo y el pacifismo burgués son completas mentiras.”

Los trotskistas deben partir de partir de estas aspiraciones “elementales”, tendiendo un “puente” entre ellas y las consignas estratégicas -como la Federación Socialista- asumiendo que las ansias del pueblo kurdo de autogobernarse, quitándose las cadenas de la opresión e imponiendo la “Paz” tienen un carácter verdaderamente revolucionario.

Si bien es cierto que el planteo de llevar adelante el Confederalismo Democrático no significa ninguna “superación teórica” del marxismo y otras ideologías revolucionarias, también es cierto de que expresa de manera concreta y visible las ansias democráticas de un pueblo, que para imponerlas está dispuesto a realizar una Revolución.

La Paz de los oprimidos tiene, en determinadas circunstancias -como las actuales- un carácter subversivo y libertario que es necesario alentar. Un carácter que nada tiene que ver con la Paz de los opresores. Así lo entendieron Lenin y Trotsky en 1917, ya que para llevar adelante la “Revolución de los Soviets” apelaron, entre otras, a esta gran consigna.

Trotsky decía, en relación a esta:“En el pacifismo, lo mismo que en el patriotismo de los oprimidos, hay elementos que reflejan, de una parte el odio contra la guerra destructora y de otra parte su apego a lo que ellos creen que es su interés. Es necesario utilizar estos elementos para extraer las conclusiones revolucionarias necesarias. Es necesario saber oponer honestamente estas dos formas de pacifismo y de patriotismo."

La situación se acelera al igual que las contradicciones. Es sólo cuestión de tiempo para que el pueblo kurdo se termine enfrentando con el carnicero Bashar Al Assad, como ya empezó a suceder en Hasaka y Qamishlo. Esta dinámica alejará a los “falsos aliados” del Kurdistán, como Putin, Obama y los comunistas reconvertidos.

La posibilidad de que triunfe y se extienda la Revolución estará en manos de los internacionalistas, que deberían transformar a la Argentina en un bastión de apoyo y organización de brigadas solidarias, de manera de concretizar la defensa de un pueblo oprimido que pelea por su libertad, su paz y su democracia.

Para los trotskistas, que en este país abundan, ubicarse a la altura de estas circunstancias constituiría el mejor homenaje a Trotsky a 75 años de su asesinato a manos del stalinismo. Recordemos, sino a Lenin, que solía decir lo siguiente: “SI NO ERES PARTE DE LA SOLUCIÓN ERES PARTE DEL PROBLEMA, ¡ACTÚA!”

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